La Barcelona monumental
La política municipal se orientó a construir una nueva imagen histórica de la ciudad, que fuera aceptable a los ojos del régimen franquista y consiguiera satisfacer las ambiciones del alcalde Mateu.
La estrategia consistió en potenciar el perfil histórico medieval de la ciudad, escondiendo la vinculación con un pasado de perfil obrerista y catalanista. Los esfuerzos se destinaron a la recuperación y la valoración de la ciudad delimitada por las murallas, el casco antiguo o Ciutat Vella. Entre todos los proyectos, el más emblemático fue la recuperación del conjunto monumental de la Plaza del Rey, la nueva Pompeya, una ciudad de viejo pasado glorioso —como la Pompeya romana original—, con las obras de la capilla de Santa Ágata y el Salón del Tinell y la reubicación de la casa Padellás-Clariana, que se convertiría en sede del Museo de Historia de la ciudad. Los criterios por los cuales se actuó en el espacio de la Plaza del Rey y la fecha de su inauguración, el 14 de abril de 1943, fueron cuidadosamente estudiados. A partir de entonces, esta fecha fue recordada como la del descubrimiento de un nuevo espacio urbano, y enterró, definitivamente, el recuerdo del día de la proclamación de la República.




