Un transporte precario e insuficiente
El racionamiento del combustible marcó significativamente la gestión municipal del periodo, ya que la normalización de los transportes era imprescindible para recuperar una mínima normalidad de la vida económica y social de la ciudad. El Ayuntamiento, representado por el teniente de alcalde de transportes José Ribas Seva, retomó los convenios anteriores al estallido de la guerra con la compañía de autobuses Roca S.A. y con la Compañía de Tranvías de Barcelona, a la vez que impulsó un plan de obras generales para la ampliación y la modernización de la red de transportes, con la supresión de todas las líneas de vía estrecha para transformarlas en líneas de trolebuses. No obstante, la dificultad para conseguir gasolina y electricidad suficiente mantuvo al transporte urbano en una situación precaria, tanto por lo que se refería a las frecuencias como a las unidades disponibles, a pesar del aumento fijado a las tarifas. Las consecuencias de estas restricciones se manifestaron en la incomunicación entre barrios de la ciudad, a causa de la modificación de recorridos y de la supresión de líneas.




