Franco en Barcelona, febrero de 1939. El desfile de la Victoria
La campaña de Cataluña terminó, oficialmente, el 10 de febrero, cuando las tropas franquistas llegaron a la Jonquera y sellaron la frontera. Diez días después, con el país sometido y la ciudad de Barcelona reiniciando la vida bajo el yugo de los vencedores, el dictador presidió el gran desfile de la Victoria, una interminable demostración de poder militar, que se desplegó por la actual Avenida de la Diagonal, entonces rebautizada con el nombre de Avenida del Caudillo, y continuó a lo largo del Paseo de Gracia.
Según la prensa, 50.000 efectivos; los generales de Franco, algunos de ellos tan conocidos como Queipo de Llano, Saliquet, Kindelán y Orgaz; los legionarios italianos, infantería y tanquetas, camiones y artillería, desfilaron frente al Caudillo y los hombres del nuevo poder. Era el ensayo para el desfile final en Madrid, cuando esa ciudad cayese definitivamente y la conquista del territorio hubiese culminado.
El dictador se instaló en el balcón engalanado del número 520 de la Avenida del Caudillo, entre las calles de Enric Granados y Balmes.
En los edificios vecinos, en los balcones, se colocaron los representantes del nuevo poder local y español. El desfile cerraba la guerra en Cataluña y hacía visible el poder del nuevo dueño del territorio. Ya nada volvería a ser igual.








