Después de la caída, una nueva era
El 23 de diciembre de 1938, el general Franco dio la orden para comenzar la ofensiva contra el territorio catalán aún republicano. El 26 de enero de 1939, alrededor de 90.000 hombres del ejército franquista entraron en Barcelona; tres días antes, las autoridades republicanas y de la Generalitat habían dado órdenes para evacuar el personal civil y militar más comprometido hacia las comarcas de Gerona. Los marroquíes atacaron por el lado del Llobregat; los miembros del Cuerpo del Ejército de Navarra bajaron del lado de Collserola, y voluntarios italianos entraron por el nordeste, a lo largo del Besós. La maniobra culminó con notable éxito. No hubo ninguna resistencia significativa, no hubo prácticamente combates. Hacia las cinco de la tarde, el general Juan Yagüe, Dionisio Ridruejo, jefe de Propaganda y otros mandos de la vanguardia franquista estaban en la Plaza de Catalunya, rodeados por las tropas y civiles.
La caída de Barcelona —la «liberación», según la terminología de Franco— marcó a sangre y fuego la campaña de Cataluña. Se había perdido Barcelona y comenzaba una nueva historia, la de la Nueva España y, por tanto, la de la nueva Barcelona, redimida bajo la consigna programática "Ha llegado España". El III Año Triunfal estaba a punto de convertirse en el Año de la Victoria, el primero de una nueva era, hecha de fascismo, españolismo y nacionalcatolicismo.


